Para el proceso de quitar el pañal hay diversas opiniones acerca de la edad, el cómo o el dónde...
Pienso que no hay una pauta general, sino que cada familia debe adaptar el método a sus preferencias y necesidades, a la de los adultos y la de los niños/as.
¿Cuándo empezar?
Lo primero que se preguntan las familias es cuándo comenzar. Entorno a los dos años (si no existe ningún tipo de discapacidad), el niño/a ya puede estar preparado/a para controlar sus esfínteres. Aún así, como ya comentamos antes, todo depende de cada niño/a y su ritmo madurativo, y de sus circunstancias familiares, pues debemos asegurarnos de que la retirada del pañal se haga en un momento en el que se viva un clima de tranquilidad para evitar que se prolongue en el tiempo o que se presenten regresiones en el desarrollo por problemas emocionales.
El pañal es una cuestión de comodidad, especialmente para las familias. Debemos saber que no en todas las culturas utilizan pañal, así que no podemos desesperarnos pues son los adultos los que imponen a los bebés el pañal, y después tenemos que hacer el proceso a la inversa en un corto espacio de tiempo.
No hay tiempo límite para que el niño/a asimile este nuevo aprendizaje, y mucho menos para que lo generalice a todos los contextos. Normalmente se habla de un mes o mes y medio, pero cada familia deberá valorar qué es o no lo normal. Hasta que no se asimile la retirada del pañal durante el día, no pasaremos a la noche.
También podemos valorar iniciar la retirada en verano por la comodidad de cambiar la ropa fuera de casa.
Además de las horas en las que se presenten las ganas de hacer pipí, debemos establecer unas horas fijas a modo de rutina para ir al baño.
¿Utilizo los refuerzos positivos?
Los sistemas de refuerzos positivos como la técnica de economía de fichas son efectivos, pero en estos casos me gustaría valorar la idea de que el refuerzo positivo material, que no social, puede ser contraproducente.
Pienso que se debe enfocar como un proceso natural y que el refuerzo positivo va a ser la propia comodidad del niño/a. Por tanto, no tiene razón de ser el refuerzo material, ya que si se elimina o no se efectúa de forma adecuada como se utiliza por parte de profesionales para las técnicas de modificación de conductas, pueden ser contraproducente.
En cambio, el refuerzo positivo social sí creo que es necesario, pues es un aprendizaje nuevo y hay que reconocer el esfuerzo a través de las palabras. Por supuesto, olvidamos el castigo.
Se considera que en el inicio, necesitará hacer pipí cada 50 minutos- hora y media, así que es necesario preguntarle, si no lo pide.
Si lo vamos a enfocar como un proceso natural y por su comodidad, en los casos que transcurridos un tiempo no vemos mejoría, podemos valorar la idea de dejar al niño/a, cuando estemos en casa, un pequeño espacio de tiempo (escasos minutos) sin cambiar la ropa.
Así comprenderá que si no indica que desea hacer pipí, se tendrá que quedar incómodo/a hasta que se le cambie, y finalmente entenderá que es por su bien y no como una imposición de los adultos.
¿Y si hay que volver a poner el pañal?
No se entenderá como un fracaso, y mucho menos le haremos entender al niño/a que es porque "no es mayor", ni hacer comparaciones con otros. Se entenderá que su nivel madurativo aún no es el idóneo, y esperaremos, sin darle mayor importancia a esta circunstancia.
No es necesario estar hablando todo el día del tema, aunque sí debemos hacer la pregunta para que compruebe si tiene ganas o no durante el día, y lo pida, pero nada más.
¿Orinal o no?
Si lo entendemos como un proceso natural, opino que debemos hacerlo así desde el inicio, y el orinal me parece una opción artificial.
A algunas familias les ayuda, pero he visto casos en los que el proceso se ha alargado por esta circunstancia, pues ha habido que realizar dos transiciones: del pañal al orinal, y del orinal al retrete. Para adaptar el retrete existen opciones, podemos poner un escalón para subir y un adaptador de asiento.
Esto no significa que no podamos establecer una metodología lúdica, para relajar la situación, y hablar con él o ella, contar cuentos, canciones... cuando necesiten estar más tiempo en el baño, pues para la caca hay que trabajar la paciencia. Eso sí, no debemos fomentar el alargar más de lo necesario el tiempo en el retrete.
Así mismo, se puede establecer una pauta o mensaje secreto entre madres, padres y niñas/os, para pedir ir al baño, leer un cuento o ver un vídeo sobre el tema en el que se observen todos los pasos, al inicio. De este modo, puede encontrarlo más atractivo en un inicio y tener más clara la idea.
Por último, tener en cuenta que puede ser que haya conseguido generalizar el aprendizaje y haber una regresión cuando, por ejemplo, comienzan la escuela o el colegio. Es algo normal. Y si comenzamos a quitarlo en período escolar, hay que permanecer en coordinación con la escuela infantil para que las pautas no sean contradictorias.
¿Y en niños/as con necesidades específicas de apoyo educativo o discapacidad?
En niñas/os que presenten problemas en la comunicación (tanto en la comprensión como en la expresión) es importante utilizar SAAC Sistemas Alternativos y Aumentativos de Comunicación, tanto para explicarle qué le estamos pidiendo antes de comenzar como para transmitirle la secuencia que deberá seguir en esta nueva rutina. Podemos dejar reflejado un cartel con pictogramas de la secuencia de acciones en el baño.
Antes debemos ensayar a través de modelado los pasos a seguir para quitar y poner la ropa, y limpiarse.
Realiza juegos de cuidados con muñecos para que él o ella los ponga en el retrete, les quite y ponga la ropa...
Debemos tener en cuenta que el aprendizaje se realizará de forma más lenta. En Síndrome de Down normalmente, el control de esfínteres se da entono a los cinco años de media.
En cuanto a la edad para comenzar, dependerá del tipo de discapacidad y el nivel de maduración cognitiva de cada caso.
Cuando hay enuresis nocturna más allá de los 5 años...