El techo de cristal es una metáfora de las barreras que se encuentran las mujeres al intentar
ocupar puestos de mayor responsabilidad en el mercado laboral. Es un tipo de segregación
vertical que repercute en el número de personas de cada sexo que hay en una empresa, el
salario que perciben y las posibilidades de acceder a puestos de mayor responsabilidad.
Barreras en muchos de los casos, invisibles, lo que dificulta que se luche contra estas,
mayoritariamente relacionadas con los roles y estereotipos de género.
¿Cuáles son los motivos?
Además de la asunción de los roles y estereotipos, se ha contemplado tradicionalmente, que la
causa de los techos de cristal se fundamentaba en los niveles inferiores de educación de las
mujeres. Pero los datos actuales no muestran excesivas diferencias en este sentido, por lo que
no se podría explicar como una de las causas principales.
Habría, por tanto que mirar hacia otros factores, contemplando distintos agentes y entornos
que influirían en la perpetuación de esta situación; la familia, el entorno social y cultural, la
empresa, las políticas de empleo etc…
En España la Ley 3/2007 para la Igualdad Efectiva entre Hombres y Mujeres recogía el objetivo
de que para 2015 el género menos representado supusiera el 40% en las empresas que tienen
más de 250 trabajadores, y para ello recomendaba a las empresas tomar medidas al respecto.
Se ha demostrado, en distintos planes puestos en marcha, que la clave para conseguir eliminar
el techo de cristal no está en obviar los estereotipos de géneros, sino en asumirlos y trabajar
sobre estos, aprovechando el potencial de un equipo de trabajo heterogéneo, en pro de la
productividad de la empresa y el bienestar de los empleados y empleadas.
Otro hecho positivo que se ha dado en el desarrollo de las políticas de desarrollo profesional
igualitarias en las empresas, es la aparición de redes formales o mentorings; mujeres que han
logrado traspasar el techo de cristal, romper prejuicios dentro de las redes sociales
masculinizadas de las empresas, y facilitar posteriormente con su ejemplo y ayuda, el desarrollo
de la carrera de otras mujeres.
Dentro del entorno familiar, los datos son concluyentes; en aquellos entornos en los que se da
la corresponsabilidad entre el hombre y la mujer, asumiendo por igual las tareas del hogar y
cuidado de las hijas e hijos, las mujeres han podido ascender de forma más regular y directa.
Así mismo, tiene mucho que ver en la elección de la profesión, la “semilla” que siembran
en nosotras y nosotros desde pequeños, con los juegos de niños o niñas, diferenciándolos y
haciéndolos excluyentes, privando a un género de desarrollar potencialidades y motivaciones,
que se atribuyen exclusivamente al otro género. No deberíamos olvidar que el juego essiempre aprendizaje. Véase el ejemplo de la segregación por género en las profesiones
técnicas y las relacionadas con el cuidado de las personas, respectivamente. ¿Por qué hay
tanto interés en resaltar las posibles diferencias entre hombres y mujeres a nivel cognitivo,
cuando estas no vienen determinadas al nacer, sino que se moldean por la interacción con el
entorno?
Sería necesario seguir avanzando en el estudio de estas posibles causas, sus efectos, y las
posibles vías a través de las cuales trabajar por la ruptura del techo de cristal.
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